domingo, 29 de mayo de 2011

Capítulo LXXIV. De cómo don Quijote cayó malo, y del testamento que hizo, y su muerte.

Como las cosas humanas no sean eternas, yendo siem-

pre en declinación de sus principios hasta llegar a su

último fin, especialmente las vidas de los hombres, y co-

mo la de don Quijote no tuviese privilegio del cielo pa-

ra detener el curso de la suya, llegó su fin y acabamiento

cuando él menos lo pensaba;[…]

Llamaron sus amigos al médico, tomole el

pulso, y no le contentó mucho, y dijo que, por sí o por no, aten-

diese a la salud de su alma, porque la del cuerpo corría peli-

gro. Oyolo don Quijote con ánimo sosegado, pero no lo oye-

ron así su ama, su sobrina y su escudero, los cuales comen-

zaron a llorar tiernamente, como si ya le tuvieran muerto de-

lante. Fue el parecer del médico que melancolías y desabrimien-

tos le acababan. Rogó don Quijote que le dejasen solo, por-

que quería dormir un poco. Hiciéronlo así y durmió de

un tirón, como dicen, más de seis horas[…]

Yo tengo juicio

ya, libre y claro, sin las sombras caliginosas de la ignoran-

cia, que sobre él me pusieron mi amarga y continua leyen-

da de los detestables libros de las caballerías. Ya conoz-

co sus disparates y sus embelecos, y no me pesa sino que

este desengaño ha llegado tan tarde, que no me deja

tiempo para hacer alguna recompensa, leyendo otros

que sean luz del alma. Yo me siento, sobrina, a punto de

muerte; querría hacerla de tal modo, que diese a en-

tender que no había sido mi vida tan mala que dejase

renombre de loco, que, puesto que lo he sido, no querría

confirmar esta verdad en mi muerte[…]

Dadme albricias, buenos señores,

de que ya yo no soy don Quijote de la Mancha, sino Alon-

so Quijano, a quien mis costumbres me dieron renom-

bre de Bueno. Ya soy enemigo de Amadís de Gaula y de

toda la infinita caterva de su linaje, ya me son odiosas

todas las historias profanas del andante caballería, ya

conozco mi necedad y el peligro en que me pusieron

haberlas leído, ya, por misericordia de Dios, escarmentan-

do en cabeza propia, las abomino[…]

Los de hasta aquí –replicó don Quijote–, que han sido ver-

daderos en mi daño, los ha de volver mi muerte, con ayu-

da del cielo, en mi provecho. Yo, señores, siento que me

voy muriendo a toda priesa; déjense burlas aparte, y

tráiganme un confesor que me confiese y un escriba-

no que haga mi testamento, que en tales trances como

este no se ha de burlar el hombre con el alma[…]

y una de las señales por donde conjeturaron se

moría fue el haber vuelto con tanta facilidad de loco a

cuerdo, porque a las ya dichas razones añadió otras mu-

chas tan bien dichas, tan cristianas y con tanto concierto,

que del todo les vino a quitar la duda, y a creer que

estaba cuerdo[…]

volviéndose a Sancho, le dijo: –Perdóname, amigo, de la

ocasión que te he dado de parecer loco como yo, hacién-

dote caer en el error en que yo he caído, de que hubo y

hay caballeros andantes en el mundo[…]

Ítem, suplico a los dichos señores mis albaceas

que si la buena suerte les trujere a conocer al autor que di-

cen que compuso una historia que anda por ahí con el títu-

lo de Segunda parte de las hazañas de don Quijote de la

Mancha, de mi parte le pidan, cuan encarecidamente ser

pueda, perdone la ocasión que sin yo pensarlo le di de haber

escrito tantos y tan grandes disparates como en ella escri-

be1 […]

y que el tal testimonio pedía para quitar la

ocasión de algún otro autor que Cide Hamete Benenge-

li le resucitase falsamente, y hiciese inacabables historias

de sus hazañas2.Este fin tuvo el Ingenioso Hidalgo de la

Mancha, cuyo lugar no quiso poner Cide Hamete puntual-

mente, por dejar que todas las villas y lugares de la Man-

cha contendiesen entre sí por ahijársele y tenérsele por

suyo, como contendieron las siete ciudades de Grecia por

Homero. […]

1. 1. ¿Qué quiere decir Alonso Quijano en la reseña 1? ¿y en la 2?

2. 2. ¿Crees que don Quijote estaba loco en sus aventuras o simplemente salió a buscar aventuras sabiendo que los caballeros andantes ya no existían? Si crees que estaba loco ¿por qué se volvió cuerdo de repente?

3. 3. ¿Qué quieren decir estas expresiones que aparecen en el texto? “Por si o por no;” “que melancolías y desabrimientos le acababan;” “sin las sombras caliginosas de la ignorancia.”

4. 4. ¿Por qué Cide Hamete no quiere poner el lugar donde murió Alonso Quijano?

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